Todo lo que hacemos, nuestra mente y nuestro cuerpo
están íntimamente relacionados. Durante siglos, el devenir del conocimiento
humano supuso erróneamente que la mente (y el espíritu) iban por un camino y el
cuerpo y la conducta, por otro, y nada los vinculaba. Ahora
sabemos que no es así: nuestros estados mentales y anímicos influyen en el cuerpo
y los diferentes estados del cuerpo también tienen su incidencia en nuestros
psiquismos y nuestras emociones.
Este sistema mente-cuerpo se caracteriza por interactuar
como un circuito abierto de comunicación: ambos interactúan e influyen entre
sí. Esto se ve confirmado por el hecho de que un cambio en uno afecta de algún
modo al otro: ambos son parte de la ecología del ser humano.
Es por ello que un buen estado de ánimo es
fundamental para recuperarnos de una dolencia física, de la misma forma en que
los estados mentales “negativos” pueden devenir en síntomas físicos y hasta
enfermedades concretas.
La PNL entiende al ser humano como un sistema integrado y opera con función de esa
concepción.
Bach postuló al hombre como Unidad, en la
que Alma, Cuerpo y Mente eran partes de uno y desde la cual la cura se orienta
a restablecer la armonía entre alma y mente: “... la disociación entre nuestra
alma y nuestra personalidad y el mal o crueldad frente a los demás...
cualquiera de estas dos cosas da lugar a un conflicto que desemboca en la
enfermedad”.
El sistema floral de Bach no es estático
sino que va evolucionando con el individuo, cubriendo las necesidades presentes
del individuo acompañándole en su proceso de vida y sanación. Las esencias florales se adecuan a las
capacidades y recursos con los que estamos en contacto abriendo el espectro al
ritmo que necesitamos.
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