
Uno de los factores necesarios
para que ese duelo comience a elaborarse es la ritualización de la muerte.
Necesitamos sentir y reconocer la rotundidad de la muerte en el plano
físico. El tipo de ritual dependerá de nuestras creencias, funeral,
entierro, cremación, homenaje...; Pero necesitamos simbolizar la pérdida de
alguna forma, para poder comenzar a asimilar que, en esta vida, esa persona nos
falta, aquí, ahora, que no la podemos tocar, ni escuchar.
En este proceso, y al principio sobretodo,
buscamos a nuestro ser querido en el día a día; Creemos verlo por la calle,
creemos que de un momento va a aparecer como si nada hubiera ocurrido; incluso
lo vemos en el rostro de otros.
Poco a poco, vamos integrando que esa
persona ya no está. Poco a poco vamos sintiendo que aunque no esté con
nosotros, la llevamos en nuestro interior, en nuestro corazón, en nuestro
pensamiento.
Pero a veces eso es muy difícil, y hay
personas a las que les resulta muy difícil asumir y reconocer que eso está en
otro plano diferente al físico, está en otro plano más elevado.
Esto puede suceder, cuando por
ejemplo, alguien no va al funeral, al entierro; o cuando van pero medicadas. Muchas
veces por proteger a alguien, procuramos que no vaya para que no sufra; Con los
niños, por ejemplo, por mejor podemos decidir ahorrarles el mal trago que
supone y quizás ellos sí quieren y necesitan despedirse de alguna manera.
Forget Me Not, nos ayuda a integrar la muerte, la
pérdida, la rotundidad e irreversibilidad de la muerte.
Para personas a las que les cuesta desprenderse de
las cenizas del difunto, de sus enseres personales.
Ayuda a elaborar el duelo.
Ayuda a reparar algo con el que se fue desde un
plano más espiritual, pues desde este plano físico ya no es posible,
despedidas, cosas no dichas, perdón, etc.
Con Forget Me Not hay un CIERRE, necesario para
poder continuar con la vida, para poder vivir sintiendo que llevamos a esa
persona en nuestro corazón.
Forget Me Not, aporta mucha paz. Aligera, quitan
carga y permiten avanzar en duelos atascados, duelos que no están siendo
elaborados.
Siempre echaremos de menos a quienes no están ya
aquí, pero podemos sentir que pasaron a formar parte de nosotros.
Como me dijo mi hija con esa sabiduría innata de
los niños, "ama, el aitona ya no estará aquí para soplar las velas
conmigo, pero yo soplaré por los dos porque está en mi corazón."
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