Hoy me ha llegado esta fotografía, preciosa e ilustrativa.
Quizás tiene muchas formas de interpretarla, no sé, a mi me ha llegado directa al corazón de mi niña interior, a la a veces dolorida y a la a veces feliz, a la de los sueños y las ilusiones,a la de las pérdidas y a la de la soledad, a la del juego y a la de las responsabilidades cotidianas. A la niña de sonrisa y la niña de lágrimas, a la protegida y a la enfadada. A la que amaron y a la que fallaron.
Me ha colocado el pensamiento y el deseo cerca y profundamente al lado de lo que también yo soy y que a veces olvido.
Y siento una inmensa gratitud por la posibilidad de curar aquello que aún no está cerrado, lo que escuece.
Inmensa gratitud a las flores que me acompañan con una luz encendida para iluminar lo oscuro, la sombra, lo desconocido que se manifiesta a veces y da miedo. Y también o hermoso, la belleza interior de cada uno de nosotros, los dones, las infinitas posibilidades, la alegría, y la capacidad de sorprenderme cada día.
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