Hace tiempo que me cuesta sentarme para escribir. Y estoy aquí y ahora. Después de buscarme un tiempo. Un tiempo y un espacio en el que, me he atrevido y he parado a mirarme. Un espacio que me ha permitido sentir y acercarme un poquito más a esto que soy. Un espacio donde me he permitido ser un poco más honesta conmigo. Donde he descubierto la fuerza de lo que soy. Donde compruebo la importancia del silencio, necesario para escucharme y crecer.
Donde acepto el regalo de estar acompañada por otras flores, las esquivas, las que me dan miedo, las que me dan luz y enfrentan e iluminan mis sombras.
Cuando estaba anclada en la presuntuosidad de saber cuáles eran las flores exactas que necesitaba en ese momento, llegó quien me dijo, "no, estás en otro lado". Y esto es hermoso. Es proceso. Es evolución.
Es quitarme la chaqueta vieja, la cómoda, la de los agujeros en los bolsillos, la que ha estado tanto tiempo conmigo que se adapta a mi cuerpo. La que me da calorcito y con la que me veo bonita. La que me da pena tirar, total, aún me sirve para este otoño. La tejida de hilos de Larch, Mímulus, Chicory, Clematis...
Y entonces me dicen que saque de mis bolsillos a Walnut, Agrimony, Hornbeam, una a una, y tantas otras.
Y me asusto, y me atrevo. Y me decido.
Y van llegando los duelos, los desapegos, los nuevos caminos, la sinceridad, los amigos en los momentos precisos en un lugar de autopista, brazos de molino, abrazos, encuentros tras desencuentros, sincronicidades, lo que cuenta.
Y el nuevo camino que se abre delante de mi. De nuevo patas arriba. De nuevo con ganas. Curiosa y perezosa. De nuevo proceso. Y un poco más cerca. Y un poco más atenta a la voz que me va susurrando desde el corazón.
Un poco más atenta al Ser. Y al estar. Aquí y Ahora.
Al camino
Donde acepto el regalo de estar acompañada por otras flores, las esquivas, las que me dan miedo, las que me dan luz y enfrentan e iluminan mis sombras.
Cuando estaba anclada en la presuntuosidad de saber cuáles eran las flores exactas que necesitaba en ese momento, llegó quien me dijo, "no, estás en otro lado". Y esto es hermoso. Es proceso. Es evolución.
Es quitarme la chaqueta vieja, la cómoda, la de los agujeros en los bolsillos, la que ha estado tanto tiempo conmigo que se adapta a mi cuerpo. La que me da calorcito y con la que me veo bonita. La que me da pena tirar, total, aún me sirve para este otoño. La tejida de hilos de Larch, Mímulus, Chicory, Clematis...
Y entonces me dicen que saque de mis bolsillos a Walnut, Agrimony, Hornbeam, una a una, y tantas otras.
Y me asusto, y me atrevo. Y me decido.
Y van llegando los duelos, los desapegos, los nuevos caminos, la sinceridad, los amigos en los momentos precisos en un lugar de autopista, brazos de molino, abrazos, encuentros tras desencuentros, sincronicidades, lo que cuenta.
Y el nuevo camino que se abre delante de mi. De nuevo patas arriba. De nuevo con ganas. Curiosa y perezosa. De nuevo proceso. Y un poco más cerca. Y un poco más atenta a la voz que me va susurrando desde el corazón.
Un poco más atenta al Ser. Y al estar. Aquí y Ahora.
Al camino
1 comentario:
Gracias Rosa por compartir con tanta sinceridad lo que otros también sentimos
Un fuerte abrazo
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