Muchas veces, en mi día a día cotidiano, me cuesta salir y tomar distancia, siento, pienso, actúo, desconectada del hilo conductor, que como la cuerda de un malabarista, une y llena de sentido mis vaivenes.
Y al margen de las flores y de las emociones que me suceden, más abajo, más al fondo, más profundamente, siento la necesidad de scleranthus, como esa cuerda por la que camino, unas veces sin miedo, otras aterrada, con los ojos abiertos o cerrados, segura de mi destino o sin saber siquiera dónde estoy...
Y es donde me despisto, si mis expectativas no se cumplen y me desanimo, pienso en Gentian, si siento ese miedo tan mío casi, me acuerdo de mímulus, si llego hasta esa puerta cerrada convencida de que no puede abrirse, recordaré Gorse...
Y como el sutil alquimista estará Scleranthus, cíclico, mostrando la importancia de perseverar, de continuar, de reconocer el desánimo y el miedo como idas y venidas.
Muchas veces me desanima el desánimo. Me desanima el volver a desanimarme y scleranthus me aporta el equilibrio necesario para tomar distancia y relativizar los obstáculos, para reconocerme en un gentian que va y viene, en un gentian que cíclicamente coge fuerza y me tambalea.
Scleranthus me enseña a prepararme para un nuevo obstáculo. A perseverar, a coger de nuevo carrerilla.
En esto estoy, aprendiendo
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