Creo que hay dos tipos de culpa. La culpa sana, aquella en la que admitimos la responsabilidad de nuestros actos,con la que crecemos, con la que aprendemos de nuestros errores y la que nos acerca al dolor del otro.
Y la culpa demoledora, la del autocastigo, la que nos mantiene en la Ignorancia, ignorancia entendida desde el no querer ver o tomar consciencia de la verdad que tenemos delante de nosotros.
Recordemos que Pine, pertenece al Grupo del Abatimiento o Deseperación. Según Bach, la enfermedad primaria relacionada con este grupo es la Ignorancia y la virtud a desarrollar es la Experiencia y la Flexibilidad.
Mantenernos en esta culpa nos ayuda a no ver la verdad que se esconde debajo, miedos, resentimientos, ira.
Desde la culpa imploramos el perdón de los otros.
La culpa viene alimentada de creencias y verdades ancladas en nuestro inconsciente y aunque a lo largo de nuestra vida esas evidencias cambien y/o se tranformen, nos cuesta , nos resistimos a soltar aquellos pensamientos, actitudes y formas de actuar que creemos que nos definen.
Mantenernos en la culpa justifica nuestro miedo al cambio, nuestro miedo a enfrentarnos a lo que somos.
La excusa perfecta para no permitirnos, para no responsabilizarnos, para evitar lo que nos aterra.
Preferimos sentirnos culpables a reconocernos en el odio y en el rencor.
Desde Pine, contraemos deudas con el otro difíciles de saldar y de forma inconsciente nos atamos, cortamos nuestra propia libertad.
Liberarnos de la culpa es liberarnos a nosotros mismos y empezamos a ser verdaderamente conscientes de dónde acaba la responsabilidad del otro y dónde comienza la nuestra, empezamos a romper los lazos invisibles que nos atan y que utilizamos como excusas para no reconocernos en lo que somos.
Mantenernos en esta culpa nos ayuda a no ver la verdad que se esconde debajo, miedos, resentimientos, ira.
Desde la culpa imploramos el perdón de los otros.
La culpa viene alimentada de creencias y verdades ancladas en nuestro inconsciente y aunque a lo largo de nuestra vida esas evidencias cambien y/o se tranformen, nos cuesta , nos resistimos a soltar aquellos pensamientos, actitudes y formas de actuar que creemos que nos definen.
Mantenernos en la culpa justifica nuestro miedo al cambio, nuestro miedo a enfrentarnos a lo que somos.
La excusa perfecta para no permitirnos, para no responsabilizarnos, para evitar lo que nos aterra.
Preferimos sentirnos culpables a reconocernos en el odio y en el rencor.
Desde Pine, contraemos deudas con el otro difíciles de saldar y de forma inconsciente nos atamos, cortamos nuestra propia libertad.
Liberarnos de la culpa es liberarnos a nosotros mismos y empezamos a ser verdaderamente conscientes de dónde acaba la responsabilidad del otro y dónde comienza la nuestra, empezamos a romper los lazos invisibles que nos atan y que utilizamos como excusas para no reconocernos en lo que somos.
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